Posteado por: luisiglc | 20 septiembre, 2014

Viajando en globo por la Cappadocia


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Cappadocia

Me desperté con las primeras luces del amanecer y, en cuanto miré a través de la ventana del autobús nocturno que había cogido en Denizli, sólo veía una inmensa nada, una infinita llanura sin color. Poco después me estaría adentrando en el corazón de la Cappadocia.

Las llanuras se convierten en un paisaje único, diferente a cualquier cosa antes vista. Aparecen las primeras montañas, erosionadas por el paso del tiempo y por el hombre, algunos síntomas de vegetación y ves las primeras chimeneas de cuento de hada. En este caso la mano del hombre se combina con la naturaleza resultando en infinidad de pináculos y cuevas en las que los habitantes esculpían sus casas.

La Cappadocia sirvió de refugio a los primeros cristianos para esconderse en esta zona inhóspita de las persecuciones. El mejor ejemplo es el museo al aire libre de Göreme, antiguo monasterio donde podemos visitar, hasta el aburrimiento, iglesias en las cuevas que aún conservan sus paredes con frescos. No demasiado lejos se pueden recorrer ciudades subterráneas.

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Cappadocia

Al ver el paisaje te acabas por decidir a hacer algo que no sabías si merecería la pena: ver el amanecer desde un globo. Pese al elevado coste (en torno a 150 €) y el duro madrugón para que te recojan a las 5 de la mañana, es una de esas experiencias que podrás contar a tus nietos. Y va a haber muchos nietos con abuelos que lo hayan hecho. He contado unos 100 globos a 20 personas por globo. Merece la pena el esfuerzo por ver el sol saliendo por el horizonte entre un cielo plagado de globos y, debajo, las chimeneas saliendo como setas entre los valles.

He aprovechado también para hacer una ruta de senderismo. No son demasiado sencillas y no creo que sea muy recomendable hacerlas en solitario, lo descubrí demasiado tarde, entre caídas. La sensación es única. Poder subir a las montañas, bajar a los valles, ir robando uvas por el camino. Te parece estar en una especie de far west en la luna, esto me venía a la cabeza. Todo ello con la extraña sensación de no ver a nadie a tu alrededor ni ningún síntoma de civilización. Hasta que, casualidades del destino, llegando al final escuchas el eco del ezan desde alguna mezquita cercana. Te devuelve a la civilización.

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Cappadocia


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